Gran Trail Peñalara 2024: Una Aventura Épica en la Sierra de Madrid 

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¡Trail runners, principiantes y amantes de los retos de las carreras por montaña, bienvenidos a una nueva etapa en mi blog!  

Aunque, en principio este espacio está diseñado para compartir consejos prácticos y motivación para iniciarse en el mundo del running y el trail running, ayudando a quienes dar sus primeros pasos en estas disciplinas, superar obstáculos y alcanzar sus metas; he tomado la decisión de al menos un par de veces al año compartir experiencias de las carreras más memorables.  

Y he querido inaugurar esta sección con el relato de mi experiencia en el Gran Trail de Peñalara 2024, conocido como GTP, una prueba que ocupa un lugar especial en mi corazón.  

De hecho, correr ultras como el GTP, con sus condiciones meteorológicas extremas y desafíos físicos, se asemeja a navegar las guerras y la geopolítica comerciales que estamos viviendo hoy en día:  ambos requieren una visión a largo plazo, constancia y una determinación inquebrantable para superar tormentas, ya sean de lluvia y viento en la sierra o de aranceles en el escenario mundial.  

En este artículo, os invito a recorrer conmigo una historia apasionante de esta carrera única, celebrada bajo unas condiciones meteorológicas realmente difíciles que pusieron a prueba tanto mi resistencia tanto física como mental.  

Este relato es puro corazón: mi aventura personal enfrentándome a un clima de pesadilla, alucinando con un gesto deportivo que me puso los pelos de punta y vibrando con un grupo de “rockeros” que me salvaron el día.  

Dirigido a vosotros, trail runners y emprendedores que queréis meter un pie en este mundillo, os cuento por qué el GTP es una experiencia brutal  ¡Calzad las zapas de trail y subid conmigo a la sierra de Madrid! 

¿Qué es el GTP?

El Gran Trail de Peñalara, más conocido como GTP, es uno de los ultra trails más emblemáticos y veteranos de España. Se celebra desde 2010 en el corazón del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, en Madrid y Segovia, y está organizado por la histórica Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara (RSEA Peñalara) 

Esta carrera es una auténtica referencia del trail running nacional y una cita imperdible para los amantes de las largas distancias por montaña. Y que por cierto, este año celebra su 15º aniversario.  

El trazado tradicional del GTP recorre los rincones más salvajes y espectaculares del Sistema Central: 

  • La salida desde Navacerrada 
  • La subida a las crestas de La Maliciosa 
  • El caos de granito de La Pedriza y la “caldera” de La Hoya de San Blas 
  • El mítico Puerto de la Morcuera 
  • Los bosques de Rascafría 
  • La subida exigente al Puerto del Reventón 
  • El técnico y no exento de peligro, Risco de Claveles 
  • El paso por la cima del Peñalara (2.428 m), el techo de la Comunidad de Madrid 
  • Y el final legendario por la Bola del Mundo hasta volver a Navacerrada, previo paso por La Barranca.  

En total, 104 km y 5.100 m de desnivel positivo que combinan senderos técnicos, pistas forestales, cumbres alpinas y bajadas “dando lija”. 

Pero el GTP no es solo una carrera dura. Es una prueba con alma, donde el compañerismo, el respeto a la montaña y el espíritu deportivo se sienten en cada paso. Y no estás solo: más de 400 voluntarios lo hacen posible cada año, animando bajo el sol, la lluvia o la tormenta. 

Además, el GTP forma parte del circuito oficial de carreras que otorgan: 

  • UTMB Index categoría 100K, lo que lo convierte en clasificatorio para el Ultra-Trail du Mont-Blanc (Chamonix) 
  • Puntos ITRA, válidos también para otras carreras internacionales de renombre y para el circuito internacional de carrera de montaña  

El evento completo incluye varias distancias: 

  • GTP 104K (la prueba reina, y de la que va esta crónica) 
  • TP60K (el Trail Peñalara, de 61 K y 2700+) 
  • Cross Nocturno (de 11 K y 450+) 

Si queréis saber más sobre esta carrera y sus orígenes os dejo una entrevista realizada en el podcast de speaker de la carrera (“Contador de kms”) al organizador del GTP.  

 

GTP 2024: Una Odisea Bajo la Tormenta

El Gran Trail Peñalara (GTP) 2024, que se corrió en octubre de 2024 en la Sierra de Guadarrama, fue mi cuarta intentona en esta bestia de ultra trail. Había cruzado la meta una vez (en 2023), me había retirado dos (en 2018 por un golpe de calor y en 2022 debido a las condiciones climatológicas), y esta vez me lancé solo, sin mis compañeros de fatigas de siempre:  Mario y Javi; los cuales por diferentes motivos no pudieron acompañarme en esta aventura.  

Los 90 km y 4.000 metros de desnivel positivo, recortados por una climatología completamente adversa, hicieron de esta edición una de las más duras y, a la vez, más épicas que se recuerdan. Dos momentos marcaron esta carrera: una climatología que parecía el fin del mundo y un gesto en la meta que es puro trail running. 

Un Clima que Nos Hizo Luchar Contra los Elementos

Desde los días anteriores a la carrera, ya se preveía que las condiciones climatológicas no iban a ser las mejores ya que estaba previsto que para el día de la carrera entrara una fuerte borrasca en la zona de la sierra de Madrid e incluso en la capital.   

De hecho, la organización ya nos puso los pelos de punta en la charla técnica del miércoles (2 días antes de la carrera) que emitió por Instagram, señalando la obligatoriedad de establecer un punto adicional de bolsa de vida en el avituallamiento de La Granja.  Cuando normalmente sólo exigía una bolsa de vida en el avituallamiento de Rascafría. Lo que, por un lado, nos obligaba a cambiar toda la logística de carrera (debiendo prever un mayor número de ropa de recambio) y por otro lado nos dejaba bien claro la realidad que nos íbamos a encontrar durante la carrera en la que se preveía agua y frío.   

Y la verdad que no exageraban. Muchas de las crónicas publicadas con posterioridad a la carrera ya lo señalaban, y de hecho en la propia crómica de  www.carrerasdemontana.com llegaron a señalar que el GTP 2024 fue “la edición más dura que se recuerda en Navacerrada” 

Durante la sesión técnica del miércoles por la tarde, la organización ya avisó que estaba estudiando diferentes escenarios en función de la evolución de la climatología. Y el mismo viernes por la tarde, apenas 6 horas antes de comenzar la carrera se vieron obligados a recortar varios tramos y diseñar un trazado alterativo debido a las malas condiciones climáticas que daban al día siguiente.  

Así la organización, con buen criterio y anteponiendo por encima de todo la seguridad de los corredores y los voluntarios recortó el recorrido eliminando el paso por las cumbres míticas del Risco de Claveles, Peñalara y Bola del Mundo, dejando 90 km y 4.000 m D+.  

Y retrasó la salida a las 00:00 del sábado para esquivar lo peor de la tormenta, pero, créeme, lo peor nos pilló igual. Y la climatología fue de las más duras que hemos sufrido con momentos de lluvia intensa y diluvio, mucho viento y una niebla espesa en la que no eras capaz de ver más de 100 metros.  

Un Gesto en la Meta que Es Leyenda Viva

Pero el momento que hizo del GTP 2024 una edición para la historia de este deporte ocurrió en la meta. En la categoría masculina, Javi González iba liderando tras más de 10 horas machacándose bajo la tormenta. Había sacado una ventaja de 2:30 en el puerto de Navacerrada al segundo clasificado y tenía la victoria a tiro. Pero en el descenso final (por el famoso Camino de la Tubería), a pocos kilómetros de la meta, el destino le jugó una mala pasada: se perdió en una bifurcación, probablemente por la niebla espesa, la lluvia y el agotamiento, perdiendo el liderato que tenía en el bolsillo.  

Así, Agustín Luján, llegó primero a la alfombra de meta en Navacerrada. Pero, en un gesto que ya es historia del trail, se negó a cruzar el arco. En el último avituallamiento de La Barranca, antes de llegar a meta, se enteró de lo que le había pasado a Javi y al llegar a meta agarró el micro del speaker (el archiconocido “Contador de km”) y, ante un público empapado y alucinando, soltó: “Javi es el ganador moral. Me sacó ventaja en la subida a Navacerrada, y no sé dónde se despistó. No entraré hasta que él llegue a meta, ya que él es el primero”. 

Luján esperó unos 12 minutos bajo la lluvia, plantado junto a una valla publicitaria, mientras el público aplaudía su deportividad coreando los nombres de ambos corredores.  

Cuando Javi González, llegó a la meta (acompañado del 3er clasificado), se encontró con Agustín esperándole. Javi, viendo el enorme gesto de Agustín Luján no quería aceptar la victoria, diciendo que los despistes son parte del trail, pero Agustín, respaldado por el tercer clasificado, Jesús Bermejo, insistió. Finalmente, los tres cruzaron juntos, con un crono de 10 horas y 19 minutos, entre vítores que resonaron como en un estadio. Javi, aún emocionado, comentó después: “Esto es más importante que la victoria. Los valores del trail están por encima de todo”. Agustín, humilde como pocos, añadió: “No me voy a hacer millonario con esto. Lo que quiero es seguir corriendo con amigos muchos años” 

Este gesto se hizo viral y llegó a medios de comunicación como El País, Marca, Antena 3, y Runner’s World, siendo calificado en algunos casos como “el momento deportivo del año” y un ejemplo de compañerismo que “todos los niños deberían ver” 

Fue………. 

“HISTORIA VIVA DEL TRAIL” 

El GTP 2024 Contando desde Dentro: Mi Experiencia Personal

Mi Preparación: Montaña y Soledad

Esta era mi cuarta vez en el GTP, y sabía que no ese trataba de ninguna tontería. Con una meta cruzada y dos retiradas en el historial, me preparé a conciencia durante los meses previos ya que era conocedor de la dureza de esta carrera, y sobre todo teniendo en cuenta que era la primera vez que me iba a tocar afrontarla solo; ya que como he comentado anteriormente esta vez ni Mario ni Javi (mis grandes compañeros de fatigas en estas pruebas) iban a poder correrla. Y Román, el cuarto integrante que a menudo nos acompaña en estas “locuras” tampoco iba a ser de la partida.  

Así que me preparé a conciencia y los meses previos fueron un festival de entrenos y de participación en carreras previas para ir cogiendo la forma.  La preparación como tal comenzó en serio en el mes de mayo (5 meses antes de la carrera) en el que ya diseñé el plan de entrenamiento y sobre todo me empecé a concienciar mentalmente para afrontar el desafío en solitario. Y, una de las cosas, que empecé a preparar también durante ese mes fue la logística de la carrera que creo que fue fundamental para tener un buen éxito en la misma. 

Respecto a la logística, y visto que iba a estar solo, decidí cambiar la rutina de otros años en los que íbamos directamente desde Madrid hasta Navacerrada unas 3 horas antes de la salida de la carrera y al finalizar (después de más de 22 o 23 horas) nos volvíamos a Madrid. Lo que, de alguna manera, siempre suponía un estrés sobre todo en las horas previas a la salida. Así que este año decidí cambiar todo y reservé un hotel en la propia Navacerrada. De manera que llegué al hotel el mismo día de la prueba a las 3 de la tarde y tuve tiempo de poder descansar, preparar todo con calma y salir sin prisa. Y al día siguiente a la llegada a meta sólo tuve que andar 1 km más para llegar a hotel, pegarme una ducha y echarme a dormir hasta la mañana siguiente.  

Otra de las cuestiones que fueron claves para afrontar la carrera fue tanto la planificación de entrenamientos que hice como la elección de las pruebas previas a la carrera. En este sentido, ideé una planificación con 2 picos de forma diferentes (uno en junio- julio y otro para la carrera, a primeros de octubre) y un periodo medio de mantenimiento de la misma (julio-agosto). Como comentaba, comencé en mayo a 5 meses vista, y durante el primer mes y medio comencé con entrenamientos duros de distancia corta (unos 10-15 K) con subidas verticales de 1000+ como mínimo cada vez que salía.  

Para alcanzar el primer pico de forma (unos 3-4 meses antes de la carrera) escogí correr dos carreras del circuito UTMB (y así aprovechaba y conseguía los famosos running stones tan necesarios para el UTMB Mont-Blanc). De manera que la primera semana de junio corrí la UTMB Tenerife Bluetrail de 73K y 3.000+ (https://tenerife.utmb.world/races/tbt-100K) . Ésta vez, la carrera si la corrimos juntos el “cuarteto de locos”: Javi, Mario, Román y yo. De hecho, fue la única carrera del año que pudimos hacer juntos. Una vez hecho Tenerife continué con los mismos entrenos para poder alcanzar el primer pico de forma a mediados de julio.  

Y así a mediados de julio corrí otra carrera del circuito UTMB, la Eiger Ultra Trail (https://eiger.utmb.world/races/e35 ) que se celebra en Grindelwald (Suiza) en plenos Alpes suizos. Esta vez corrí la versión de 37K y 2500+, que, aunque parece fácil tiene 2 subidas a picos por encima de los 2.000 metros bastante duras. Para esta carrera decidí ya hacerla solo para irme acostumbrado mentalmente a pasar horas y horas de soledad ante lo que se me venía encima. Aunque mis dos grandes amigos de entrenamiento por tierras suizas: Alberto y Mario corrían la de 100K, por lo que al menos “íbamos acompañados en el sentimiento” 

Una vez hechas estas dos carreras y alcanzando un buen pico de forma, fue el momento de bajar revoluciones y dedicarme a mantener la misma durante julio y agosto. Y desde mediados de agosto (a falta de 1 mes y medio para la carrera) volví a los duros entrenos para llegar al 120% de estado de forma para la segunda semana de octubre (fecha de la carrera).  

A la llegada de mis entrenos suizos a mitad de agosto, me encontré con un problema añadido. Mi compañero de entrenos y entrenos y entrenos durante horas y horas y horas: Alberto me “dejaba tirado”. Arrastraba una lesión desde inicios de año, que le obligó a retirarse en el Eiger y a la vuelta del verano ya no podía más y decidió con buen criterio parar. Y de hecho, tuvo que acabar operándose en diciembre. Por lo que a falta de 1 mes y medio de la carrera también me encontré solo para afrontar los entrenos más duros. Lo cual en su momento fue duro de asimilar y de encontrar la motivación, pero posteriormente mirándolo con perspectiva fue una manera muy buena de poder entrenar y afrontar la soledad que iba a tener el día de la carrera.  

Así que me lancé con mis entrenos, que los diseñé de manera distinta a los de la primera parte de la preparación. En esta ocasión decidí alargar la distancia de kilómetros manteniendo un desnivel positivo promedio como mínimo de 1.000+ en cada entreno, pero corriendo más y cresteando bastante por encima de los 1.600 metros de altitud como mínimo para poder coger ritmo de carrera y hacer una mayor carga aérobica que me proporcionara mayor fondo. Y, sobre todo, alargando las salidas hasta las 4-5 horas como mínimo.  

Y así continué hasta la semana previa a la carrera en la que ya bajé carga de entrenos y me dediqué a comer e hidratarme bien. Y preparar toda la logística necesaria.  

Primera parte de la Carrera: De Navacerrada a Rascafría

La Salida: Navacerrada

El GTP suele arrancar a las 23:30 de la noche del viernes al sábado. Pero en este caso, y como ya hemos comentado, la organización decidió retrasar la salida 30 minutos hasta las 0:00 horas del sábado para evitar las malas condiciones metereólogicas que existían.  

La salida del GTP es siempre espectacular bajo el himno de la RSEA Peñalara, pero en esta ocasión fue algo especial, ya que justo un minuto antes de la salida desde la organización decidieron guardar un minuto de silencio en memoria a José Luis García Fernández (Pepelu) corredor y voluntario del GTP en casi todas sus ediciones y que falleció unos meses antes (en julio) mientras disputaba el Desafío Somiedo. Fue un gesto muy emotivo por parte de la organización que la verdad que es muy de agradecer.  

La Noche: De Navacerrada a La Morcuera

El tramo de Navacerrada a La Morcuera fue un infierno.  

Arrancamos en el tramo de Navacerrada a La Morcuera, que fue un auténtico infierno. Este año, al ir sólo decidí cambiar la estrategia de la carrera e intentar hacer la primera mitad de la carrera (hasta Rascafría) lo más rápido posible para no tener que estar pendiente de los cierres de control e ir con margen suficiente para poder “disfrutar”.  

Así que decidí ya desde la propia salida colocarme en mitad de pelotón y salir fuerte para hacer el primer tramo (subida a La Maliciosa y bajada a Cantocochino) lo más rápido posible. Se tratar de un tramo habitual de mis entrenos en la sierra de Madrid, por lo que lo conozco perfectamente y sé dónde se puede “arriesgar” y dónde no. La subida a La Maliciosa se trata de una subida exigente de unos 10 km de subida (contado desde la salida en Navacerrada) y 1.000+. La estrategia clara: salir fuerte y subir rápido a La Maliciosa. ¡Y vaya si lo hice! Clavé la subida en 1:40, un tiempo que me hizo sacar pecho, aunque el clima no estaba para bromas. Durante la subida tuvimos lluvia y viento frío, a lo que unió una espesa niebla en la cima de La Maliciosa, que nos acompañó también durante buena parte de la bajada.   

Pero si la subida a La Maliciosa fue rápida pero dura por las condiciones metereólogicas, pero aún peor fue la bajada hasta Cantochino. La primera parte de la bajada de La Maliciosa es una de las partes más técnicas de la carrera. En ella nos encontramos unas condiciones duras de lluvia, viento lateral frío que te empujaba hacia un lado y sobre todo una espesa niebla en la que no podíamos ver más allá de la luz del frontal y apenas podías divisar al corredor que iba delante. A esto hay que añadirle que debido a la subida tan rápida que hice afronté la bajada dentro del grupo de corredores que suelen hacer esta bajada trotando e incluso corriendo de manera técnica. Por lo que no me quedó otra opción que tirarme para abajo usando los bastones a modo de ayuda e intentar trota y correr y seguir al corredor que tenía delante si o sí. Y así hice. Menos mal que es una de las bajadas que más tengo entrenadas de esta carrera; lo que me hizo no perder mucho tiempo y poder mantener el tiempo de margen que había ganado en la subida.  

En resumen, la bajada de La Mali (como llamamos cariñosamente a La Maliciosa) fue una locura: apenas se veía, con lluvia y viento azotando y un terreno que era puro riesgo.

Pero llegué a Cantocochino en 3:25, casi 35 minutos antes del corte. Objetivo cumplido.

En el avituallamiento aproveché la ventaja obtenida para “perder un poco de tiempo” en quitarme la térmica que llevaba (y que me había salvado la vida en La Maliciosa) y cambiarla por otra más fina, en previsión del cambio de temperatura que sabía que iba a tener en la siguiente etapa de la carrera: La Hoya de San Blas.  

Y en efecto, la cosa se complicó en La Hoya San Blas. El tiempo dio un giro radical: de la lluvia y la niebla pasamos a un calor con humedad y niebla. Aunque paró la lluvia, la niebla seguía ahí, y la subida y bajada de este tramo fueron un suplicio. Este es, sin duda, uno de los tramos más técnicos del GTP, junto con la bajada de La Mali.  

No es la primera vez que la Hoya me da problemas; de hecho, mi primer abandono en esta carrera fue aquí por un golpe de calor.

Es un valle situado en la Sierra de Guadarrama, entre la Pedriza y la Cuerda Larga, de una distancia de unos 15 km con un desnivel de unos 700+. Tiene una subida corta pero muy intensa y de una bajada larga y técnica. No es de las zonas más duras del GTP (aunque quizá sí es la zona más técnica de toda la carrera), pero se trata de una zona en la que tradicionalmente hace mucho calor y siempre lo paso mal (mi cuerpo no lleva muy bien los cambios de temperatura tan bruscos y sobre todo no “funciona” nada bien con humedad y calor).

Una vez acabado largo descenso técnico en el que no dejó de acompañarnos la niebla en todo momento en la zona de llaneo que hay próxima al avituallamiento de La Hoya me ocurrió una de las cosas más espectaculares de la carrera.  

Ahí, en medio de la noche con una niebla intensa y en medio del sufrimiento con ya casi 5:30 de carrera de repente alcé la cabeza y mi frontal me iluminó justo enfrente de una impresionante imagen de un caballo blanco pastando en mitad de la niebla a escasos 5 metros de mí.  

La imagen fue simplemente espectacular!!! 

Y así llegué al avituallamiento de La Hoya, a partir del cual me esperaba la subida a La Morcuera en la que debía llegar antes de las 09:00 horas de carrera (tiempo de corte).  

Desde este avituallamiento salí hecho polvo. El tramo anterior me había machacado (marcado con el estrés de la niebla y la bajada técnica) así que intenté unirme a dos corredores que iban juntos para seguir su ritmo. Pero nada, las piernas no daban para más. Por suerte, empezó a llover y refrescar, y eso me dio un respiro. Me animé, empecé a trotar y, poco a poco, fui encontrándome mejor. 

La subida a La Morcuera es más tendida que La Maliciosa, pero interminable. Se trata de unos 12 kilómetros y 600+ (este año fueron 13 ya que debido al mal tiempo que hacía en La Morcuera tuvieron que cambiar el avituallamiento1 km mas adelante de donde suele estar siempre en la cima del puerto). Nada más empezar, comenzó a llover de manera cada vez más fuerte. Luego, la cosa empeoró: cayó una lluvia torrencial que me caló hasta los huesos y que unido a la niebla que seguía existiendo apenas te dejaba ver más allá de la luz del frontal.  

En este momento, cometí uno de los grandes errores de la carrera. Dentro del material obligatorio que nos había exigido la organización y que nos controló que llevásemos en la mochila con nosotros durante la salida era el llevar un impermeable de al menos 10K, pantalones y guantes impermeables. Pues bien, yo había echado todo ese material obligatorio en la mochila y además el chubasquero Bonatti con el que suelo entrenar y que me gusta especialmente ya que me cubre también la mochila. Cuando empezó a llover me puse el chubasquero Bonatti; pero cuando comenzó a diluviar por pura vagancia (no me apetecía pararme en mitad del diluvio, quitarme un chubasquero abrir la mochila y sacar el otro chubasquero Cimalp de 10K, el pantalón impermeable y los guantes) seguí con lo puesto. Lo que supuso un gran error, que estuvo a punto de arruinarme la carrera. A mitad de la subida, estaba completamente empapado, y el kilómetro extra que hicimos en la cima de La Morcuera hasta llegar al avituallamiento fue un infierno con un diluvio que nos estaba cayendo.   

Llegué al avituallamiento de La Morcuera empapado y muerto de frío, aunque eso con un tiempo de 08:20, por lo que tenía un margen de 40 minutos sobre el tiempo de corte.  

Allí, una voluntaria me salvó la vida con un vaso de café caliente que me que dió y que me devolvió el alma al cuerpo. Estaba ya amaneciendo y con las primeras luces del día, aproveché la ventaja que había tenido respecto al tiempo de corte y me quedé unos 30 minutos en la carpa del avituallamiento, esperando a que amainara el diluvio.

Aproveché para cambiarme de ropa y ponerme ropa seca que tenía en la mochila para afrontar la bajada hasta Rascafría.  Menos mal que tenía ropa seca en la mochila (lección aprendida de la carrera del GTP de 2022 en la que me retiré por las condiciones meteorológicas y por no tener entre otras cosas, ropa seca en la mochila después de un diluvio que nos cayó subiendo El Reventón. Así que ésta vez me había encargado especialmente de meter ropa dentro de sacos de plásticos en la mochila para asegurarme que por mucho que lloviera y que la mochila se mojara, la ropa que iba dentro iba a estar seca. Sin duda, ésta fue una de las acciones que me salvó la carrera.  

El Amanacer: De Morcuera a Rascafría

Recuperé fuerzas y con ropa seca afronté una de las partes que más me gustan de la carrera: la bajada de La Morcuera a Rascafría. Se trata de una bajada de unos 14 km por una senda sin secciones técnicas en la que se puede bajar “dando lija de la buena”; aunque tienes que tener piernas para ello; porque si llegas a este tramo un poco tocado la bajada puede ser un infierno.   

No obstante, esta vez la bajada no fue tan buena como en años anteriores. Durante todo el tiempo siguió lloviendo (aunque ya sin niebla y con la luz del día) y aunque ya llevaba puesto el chubasquero Cimalp, a mitad de bajada ya llevaba las manos empapadas y ateridas de frio y así seguimos hasta Rascafría.  

No obstante, la baja no fue mal del todo. Salí del avituallamiento de La Morcuera con 10 minutos sobre el tiempo de corte (tras la parada de 30 minutos) y llegué a Rascafría con casi 50 minutos de margen sobre el tiempo de corte.  

Pero en Rascafría, toqué fondo a nivel mental. Estuve a punto de retirarme. Las malas condiciones de la noche con viento, frío, niebla y lluvia mucha lluvia incluso con momentos de diluvios me había exigido tanto a nivel mental y de estrés que fue llegar a Rascafría y darme un bajón mental importante, y máxime cuando al llegar al avituallamiento le pregunté a un voluntario y me dijo que la previsión meteorológica era que la lluvia y el frio se mantuvieran hasta las 2 de la tarde, ¡¡¡¡¡y aún eran las 10:30 de la mañana!!!!!  

Tal fue el bajón mental que llegué a enviar un WhatsApp al grupo de mis amigos y corredores de “Casa de Campo” diciéndoles que me retiraba, que la noche había sido durísima y las condiciones climatológicas eran muy malas.

Pero entonces, de repente, mi cabeza hizo “clic” y tire de experiencia de años en estas carreras. Uno por experiencia ya sabe que durante estas carreras hay momentos de subidones y momentos de bajones, y precisamente el éxito transcurre muchas veces en función de la gestión que hagas de estos momentos de bajón. Puede parecer una tontería, pero el hecho de enviar ese WhastApp a mis amigos que comparten conmigo tantos y tantos kilómetros de entrenamientos fue liberador. Fue una forma de quitarme todo el mal rollo de llevar 10:30 horas corriendo bajo la lluvia, el frío y la niebla y de repente tiré de experiencia y cambié el chip.

Sabía por experiencia que en estas carreras siempre tienes un momento de bajón mental que hay que saber gestionar y tener la tranquilidad para saber que con paciencia y poco a poco las buenas sensaciones iban a volver y sobre todo que kilómetro que hiciese, kilómetro que descontaba para llegar a meta.

Me tranquilicé, cogí la bolsa de vida que tenía en Rascafría, me cambié de ropa y me preparé para la segunda parte de la carrera. Poco a poco me fui recuperando mentalmente y tras comer algo, me puse a hablar con uno de los corredores con los que había coincidido en la subida a La Morcuera y durante la bajada a Rascafría y juntos salimos del avituallamiento de camino a Cotos. Eso si, ya equipado para aguantar la lluvia y el mal tiempo y con los pantalones impermeables puestos!!!! 

En total entre los 30 minutos “perdidos” en La Morcuera y los 40 “perdidos” en Rascafría llevaba un retraso de aproximadamente de 1 hora respecto al tiempo que tenía pensado hacer.  Me había preparado para acabar en 22 horas y contando que había acortado la carrera en 15 km y 1500+ estimaba hacer unas 3 horas menos. Por lo que mi objetivo era intentar llegar en torno a las 19 horas. Eso si, salía de Rascafría con 1 hora de retraso respecto a mi objetivo (lo que equivalía acabar el GTP normal en 23 horas).  

Segunda parte de la Carrera: De Rascafría a Meta (Navacerrada)

La Mañana : De Rascafría a Cotos

Salí de Rascafría rumbo al Puerto del Reventón sobre las 11 de la mañana (unos 10 minutos antes que lo cerraran), sabiendo que hasta las 2 de la tarde iba a seguir lloviendo y el tiempo seguiría siendo malo. La organización, eso sí, nos dio un respiro: habían recortado la subida a Peñalara y Bola del Mundo por las condiciones climatológicas, así que lo que quedaba era «algo más suave». Mentalmente, otra vez ya estaba preparado para apretar los dientes y tirar hasta meta aunque llevaba ya 11 horas de paliza encima. La lluvia seguía cayendo, pero yo ya estaba en modo “aguanta y suma”. Me quedaban por delante 35 km hasta meta y sólo unos 1800+.  

La primera parte desde Rascafría hasta Cotos se trataba de un tramo de unos 20 km con 1000+, mientras que la segunda parte desde Cotos hasta meta (Navacerrada) se trataba de un tramo de unos 15km con unos 800+.  

El recorte en la subida al Reventón fue un alivio. Subimos hasta la mitad del puerto, y luego vino una bajada de 5 km que me dio la vida y en la que me tiré a saco “dando lija”; pudiendo empezar a recortar el tiempo que llevaba de retraso respecto a mi objetivo. Eso si, todo lo que baja sube y sabía que tarde o temprano iba a tener que acometer esa subida de 1000+ hasta Cotos.  

Durante la bajada empecé a notar que el cuerpo volvía a responder y justo cuando iniciábamos la larga subida hacia Cotos, algo mágico pasó. En un tramo duro, por una senda que empezaba a ponerme a prueba, oí a dos tipos detrás de mí hablando de música. Las palabras “Extremoduro”, “Metallica” y “AC/DC” me golpearon como un rayo. ¡Eso era lo mío! Decidí aflojar el ritmo, dejarme caer y pegarme a ellos. Mejor decisión, imposible. 

Me uní a ellos, y fue como encontrar un oasis en el desierto.

La primera parte de la subida fue un subidón total: charlamos sobre los grandes clásicos del rock y sobre carreras de trail. Una gran mezcla!!. La verdad que la mayor parte de la subida se nos pasó hablando de los temazos de Extremoduro, Platero y Tú, Barricada, Rosendo  y de los conciertos de Metallica en Madrid de ese verano y hasta del concierto de Iron Maiden que se iba a celebrar en julio del año siguiente.   De hecho, con uno de ellos ya fui prácticamente juntos con el todo el camino hasta la meta en Navacerrada.  

Pero los últimos 4-5 km antes de Cotos, fueron un infierno.

Iniciamos una subida por un sendero técnico que era bastante duro. La pendiente era un muro y la llovizna seguía haciendo mella. La verdad que este tramo de subida me remató y acabó con las pocas fuerzas que aún me quedaban. Se trataba de un tramo de unos 4-5 km pero con un desnivel casi de 1000+.  

Y entonces, tras acabar uno de los tramos mas duros pasó algo épico. Al hacer cima de repente cambió el tiempo y vimos salir unos rayos de sol, entonces uno de los tipos con los que iba emulando la canción “Pepe Botika” de Extremoduro soltó un…. “Se abrió un claro entre las nubes”. Y yo, sin pensarlo, le seguí: “Hemos vuelto a ver el sol, como dos presos comunes en el tejado de una prisión”. ¡Momentazo!  

La verdad que estos tipos me salvaron la carrera. No sólo me levantaron el ánimo, sino que me recordaron por qué amo el trail running: no solo es correr, es compartir cosas con desconocidos ayudándonos unos a otros, aunque estés literalmente reventado.   

Durante la última parte de la subida a Cotos también compartí unos kilómetros con un chaval muy majo que me contó que vivía en Andorra y que trabajaba de monitor de esquí en invierno. Juntos hicimos los últimos 4 km hasta el avituallamiento de Cotos en el que le estaba esperando su familia.  

Y así llegué al avituallamiento de Cotos, en el km. 75 de la carrera y sólo a falta de 15 km para meta y con solo una subida de unos 800+ por delante.  

Todo pintaba ya muy bien, pero como no podía ser de otra manera en este tipo de carreras la cosa se complicó un poco. Esta vez no fueron problemas meteorológicos ni mentales, fue otra vez el estómago que me volvió a jugar una mala pasada. Y no era la primera vez que pasaba………. 

La Tarde: De Cotos a Meta (Navacerrada)

Llegué al avituallamiento de Cotos reventado.

La última subida de 1000+ me había exprimido a base de bien. Intenté tomar un caldo caliente para reponer fuerzas, pero mi estómago dijo «basta”. Nada más salir del avituallamiento, lo vomité todo. Estaba claro que el esfuerzo de la subida me había pasado factura. A partir de ahí, mi estómago se cerró en banda: todo lo que intentaba meter, fuera líquido o sólido, salía disparado. 

Luego vino una bajada que me dió un respiro. Recuperé un poco el aliento y me junté de nuevo con uno de los colegas con los que había estado charlando de rock durante la carrera. También se nos unió una chica súper muy maja que nos animó el camino y nos estuvo contado historias de otras carreras que había corrido, y juntos hicimos una bajada de 4-5 km que nos dió la vida. Iba con cuidado porque el estómago seguía en modo rebelde, pero logré recortar unos minutos al retraso que llevaba.  

Pero la alegría duró poco y todo lo que baja, sube. Al terminar la bajada, encaramos la penúltima subida del día hacia el puerto de Navacerrada: unos 4 km con 600+ de desnivel. Nada más empezar, mi estómago volvió a decir «hasta aquí». Vomité todo lo que había intentado beber en la bajada. Afronté esa subida completamente vacío, sin poder retener ni agua. Me descolgué del grupo, y en el camino volví a vomitar. Estaba fatal, sin fuerzas, y la subida se me hizo eterna. Me adelantaron un montón de corredores, pero ya solo pensaba en tirar para adelante con lo que me quedaba. 

Al llegar al puerto de Navacerrada, casi exhausto, el clima se puso aún más feo: lluvia, viento y niebla.

En ese momento miré hacia arriba y no se podía ni ver la Bola del Mundo (por donde teníamos que haber estado pasando). En ese momento agradecí enormemente la decisión de la organización, ya que hubiera sido una auténtica locura haber intentado atravesar el Risco de Claves, Peñalara y la Bola del Mundo con el tiempo tan malo que hacía en la cima.  

En el avituallamiento, tomé otra decisión clave: no parar (aún en contra de lo aconsejado). Tenía los bidones llenos de agua (aunque no podía beberla) y sólo quedaban 9 km hasta la meta. La siguiente parte incluía una pequeña subida de 200+ y luego una bajada por el Camino de la Tubería, un sendero que me sé de memoria porque entreno ahí casi siempre que voy a la Sierra de Madrid.  

En esa pequeña subida desde Navacerrada, empecé a sentirme un pelín mejor. Alcancé al colega con el que hablaba de rock y los dos seguimos juntos, y no parar en el avituallamiento fue una de las mejores decisiones que tomé. Con el estómago en huelga, parar solo me habría hecho perder tiempo. 

Cuando llegamos al Camino de la Tubería, me sentí como en casa. Conocía cada piedra, cada curva. Llevaba 18 horas de carrera, pero había recuperado mucho del tiempo perdido en la primera mitad de la carrera.

Me lancé a por la bajada técnica con un objetivo ambicioso: intentar bajar de las 19 horas. Sabía que era complicado, porque desde el inicio de la bajada hasta la meta en Navacerrada suele tardar entre 1:15-1:30 . Bajamos los dos juntos “dándo lija” de la buena.  

Antes de llegar al último avituallamiento en La Barranca, salimos a una pista forestal. Me sentía bien, así que les dije a mi compañero de fatigas que iba a tirar hacia adelante. La lluvia había vuelto, pero no paré en La Barranca. Quería llegar ya. Bajé corriendo, aunque el estómago empezó a darme malas señales otra vez. Justo antes de entrar al pueblo de Navacerrada, tuve que parar a vomitar de nuevo. 

Los últimos 2 km en el pueblo los hice corriendo bajo la lluvia.

Entré en meta como siempre: animando al público, haciendo olas y gritando a pleno pulmón. ¡Qué subidón después de tanto sufrimiento!

Al final, crucé la meta en 19:11, dentro del objetivo que me había marcado. Si el GTP hubiera sido el recorrido original, habrían sido unas 22 horas. 

Una vez que llegué a meta, le pedí el micro del speaker y dije unas palabras para dar las gracias a los voluntarios. Ellos se comieron un día horrible de viento, lluvia y frío, pero en cada avituallamiento nos recibían con una sonrisa, ofreciendo café, caldo caliente y ánimos. Son los verdaderos héroes del trail. 

Una vez en meta me encontré con el colega con el que había corrido la mitad de la carrera y con la chica que nos acompañó desde Cotos. Nos felicitamos mutuamente, y nos dimos un abrazo épico.  

Eso es el espíritu del trail: compartir el sufrimiento y la alegría.  

Terminé mi segundo GTP, esta vez sólo y en unas condiciones meteorológicas de locos.

Vencí al frío, la lluvia, la niebla y a mi propia mente. Físicamente no tuve problemas, pero lo del estómago es algo que tengo que revisar. No es la primera vez que me pasa, así que tocará ajustar la nutrición y escuchar mejor al cuerpo para evitar estos episodios. 

¡Qué experiencia, qué carrera, qué todo!

 

El GTP me ha vuelto a enseñar que el trail es mucho más que correr: 

es resistir, compartir y superar tus propios límites. 

¿Repetiría? ¡Claro! Pero con el pantalón de agua puesto desde el principio. 

Links y Videos del GTP 2024

Y para finalizar este post os dejó también dos videos muy chulos. El primero de ellos grabado desde dentro de la carrera por un “corredor famoso”. El gran Richar Tejedor (https://www.instagram.com/richar/) , colaborador del podcast Find you Everest (https://findyoureverest.es/), del que soy fiel seguidor y miembro de su club.  

Y el segundo de ellos, el vídeo oficial de la carrera en el que podéis ver la climatología que nos hizo y el gran momentazo épico del final de la carrera.  

Y recuerda….. YOU»LL NEVER RUN ALONE!! 

Y, si estás interesado en planes de entrenamiento para este tipo de carreras u otras, no tienes más que visitar nuestra página de “Contacto” (https://tradeandtrail.net/es/contacto) y escribenos.   

 

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